17 abril, 2017

[HE VUELTOO!] El Juego donde las faltas no se juzgan.

 Me acabo de dar cuenta que nunca en la vida seré buena para escribir en un blog. Siempre digo que escribiré más seguido, pero pareciera que a veces las circunstancias de la vida no me dejan hacerlo. 
¡Hola de nuevo! ¡Han pasado 84 años desde que nos leemos! La última vez tuve un accidente que no fue tan grave, nah, nada importante (puedes leer de lo que te hablo aquí).
Hoy vengo con muchos ánimos y completamente intacta, después de 3 largos meses... ¡qué pena me doy!



Quería contarles que hace muy poquito escuchaba a un profesor que tengo hablar sobre un tema, y no pude no burlarme de lo que dijo. Esta es una idea de lo que dijo:
Si ustedes se dan cuenta, Dios siempre es quien está con la lista en la mano, escribiendo lo que hiciste mal, contando casa cosa mala que haces todos los días.
Soy una persona muy observadora, así que volteé a ver las expresiones de mis compañeros cuando él terminó de hablar. Algunos asintieron y otros solo lo miraban sin más. No pude evitar hacer una mueca; casi nunca me puedo controlar en hacer algún gesto cuando los profesores dicen algo erróneo acerca de lo que ni siquiera ellos mismos conocen, por más profesores que sean.
Pensé: "¿En serio? ¿Esto es un juego de basquetball o qué?".
El profesor había hecho ver a Dios ante todos -como suele verse- como todo un tirano autoritario que tiene el poder de llevar la cuenta de tus anotaciones o fallas, como si fuera un deporte, y que por sobre todo, es un ser loco y odioso que solo está tratando de juzgarte por cada pequeña cosa en la vida.

Lo único que ese profesor no sabía, ni todos aquellos compañeros que asintieron, es que las cosas que hacemos no están más allá del amor de Dios por la simple razón de que envió a Jesús a tirar en la basura todas esas cosas. Dios no está anotando el marcador.
Jesús dijo que Él había venido a salvar al mundo, no a juzgarlo (Juan 12:47).

Todas las personas, incluido/a tú, así como yo, necesitamos comprensión, necesitamos que alguien nos entienda. Una de las cosas que más me gustan de Jesús es que Él vino a comprendernos
Es sorprendente reflexionar un poco acerca de esto. Jesús dejó su trono, dejó su condición de Dios y se hizo un hombre de carne y hueso, un simple carpintero que nació en un humilde pesebre y vivió gran parte de su vida quizá arreglando techos, armando mesas, construyendo puertas. ¡Vamos! ¿Quién podría ser Jesús antes de que todos lo conocieran como hoy? ¡Era un simple humano que tenía los mismos sentimientos, emociones, debilidades como tú y yo! ¡Tenía el mismo trabajo que una persona del siglo XXI! Cuando Él estaba aquí, él no era Dios, él solo era Jesús, un hombre mortal.
Obviamente, él sabía a lo que venía porque Él mismo se dio como... "tributo" (Como en Los Juegos del Hambre) para salvarnos de un terrible destino.

Cuando volvió a su condición de Dios, venciendo a la muerte y yendo de vuelta al cielo, sabía muy bien qué era, cómo era, qué se sentía ser un humano. El más mínimo aspecto acerca de ser una persona caminando en la Tierra, él lo entendía

Y cualquiera puede investigar y encontrarán que la época donde vivió Jesús y su contexto es idéntico a nuestros días, y eso es sorprendente. 
Es por eso que nada es en vano aún en nuestros días: el confiar en Jesús, el querer seguirlo, el creer en la Biblia, el orar a Dios. 
Si Jesús hubiera sido, en vez de una persona, solo una imagen de metal, barro, oro o cualquier otro material, o si hubiera sido cualquier otra cosa que no fuera de la raza humana, ¿hubiera tenido sentido creer en él si ni siquiera sabía lo que hablaba, hubieran servido de algo sus palabras para nosotros o sus enseñanzas si ni siquiera conocía lo que nosotros conocemos
¿Hubiera tenido sentido creer en alguien quien no podría entendernos porque nunca ha sido como nosotros ni sentido como nosotros?
Esperaré que una imagen hecha de oro entienda mis sentimientos o los problemas que paso. No lo sé, quizá suceda.
Jesús lo venció todo, inclusive, su vida es una prueba que vence los prejuicios del mundo entero. Te ama tanto, tan profundo, tan intenso, tan alto, que ni siquiera tiene que marcar tus faltas, sino que las pasa por alto. 
Eres lo suficientemente valioso/a, lo suficientemente amado/a, lo suficientemente maravilloso/a, lo suficientemente bueno/a para Él.


Jesús no está contando el marcador.
(Él no está contando tus errores).








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