01 enero, 2018

ME AFERRARÉ A LOS RECUERDOS | UNA CARTA PARA TI.


Lo último que aprendí del 2017 fue que las cosas materiales siempre serán útiles, pero tan vanas y triviales. De una u otra forma, siempre terminan convirtiéndose en nada, en desechos, en cenizas. Terminan perdiéndose, deteniéndose, atrofiándose, rompiéndose; terminan siendo obsoletas, olvidadas, cambiadas. 


Aprendí también que aunque duela dejar de ser tan materialista, porque eso es lo que la sociedad moderna nos está enseñando a todos, los más preciosos y significativos recuerdos no están en Facebook, en Instagram o guardados en las fotos del celular. 
No, no, alguien debería saber que los recuerdos más valiosos se hacen viviéndolos y disfrutando de ellos. 
(Y no necesitamos nada más, ni siquiera un celular o una cámara para ello).

Me alegra saber que el 2017 fue un año lleno de miles y miles de bendiciones. Y no fue como ningún otro año, aunque pueda sonar cliché.  Desde que hice de la pequeña Cerillera en una obra de teatro en Navidad y Año Nuevo en 2016, hasta hace unas horas estar celebrando, gastando bromas, tronando cohetes, dando gracias a Dios por tan grande felicidad con mi familia y mi novio. 
Dios hizo posible que muchos de mis sueños se cumplieran el año pasado, conocí a personas maravillosas y desde hace cuatro o cinco años he estado en un viaje de descubrimiento de mí misma que me ha dejado maravillada y me ha puesto muchos retos que me han dado lecciones a veces amables y a veces arduas del amor propio, de la aceptación y confianza en uno mismo, de la fe y la espera en las promesas de Dios, de los significados de la vida, sus vueltas y coincidencias. 
Ahora puedo dar gracias también porque la vida cambia y sé que siempre para bien, aunque quizá la perspectiva no pueda verse así al principio. Realmente sé que Dios tiene un propósito dulce para cada ocasión, y no porque le crea, sino porque lo conozco.
Estos últimos días por fin entendí que Dios no desperdicia nada, ni siquiera el sufrimiento o la pérdida y los utiliza para darnos mayor gozo, mayores bendiciones, mayor confianza. 

He hecho más recuerdos sin un celular en mano que con él. Entiendo que hay momentos que son capturados perfectamente en una foto y que ahí hay un cúmulo tan bello de esencia de la vida... pero ahora he crecido también, y mientras más proyectos, ilusiones y responsabilidades tengo, sé que cada día se trata más de sentir la belleza de la vida no con mis dedos puestos en una touchscreen, sino con las fibras de mi corazón acariciando justo ese preciso momento. Así que me aferraré a mis recuerdos, porque ellos no se irán como podrían irse fotos, celulares o cámaras. Ellos permanecen en carne propia.

Estoy infinitamente agradecida de todo lo que he recibido, de todo lo que ha debido llegar a su fin, de todo lo que ha comenzado sin señales, pero sí con destino, de aquellas personas que me han abrazado y se han marchado, de aquellos amigos reales que me han visto florecer y marchitarme, todo en uno, y aun así no se han ido.

Lo último que puedo decirte, porque sé que me lees, es que no sabes cuánto impacto pueden tener tus palabras, tus acciones, tus sueños en este mundo. Date el valor suficiente, lo mereces. Y que como un día escribí en un texto que ganó un concurso, 


"abraza y sigue celebrando la vida que tienes cada día de tu vida,
porque cada nuevo día es una oportunidad
para escribir una nueva página."


¡Feliz Año Nuevo!


Con todo el amor 
para ti,
Pris.

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