08 marzo, 2018

El jardín secreto donde florecí | Un ramo de letras para ti.


Mis profesores de poesía me matarían por hacer estos poemas que no tienen nada de la métrica o el ritmo o quizá la rima que necesita un poema. Ni siquiera están bien ordenados. Hay muchas reglas poéticas que no permitirían que fueran poemas (y no lo son), yo los veo más bien como letras que salieron de mi corazón hace mucho tiempo y que ahora por fin pude finalizar. Simplemente fue mi forma perfectamente imperfecta de acomodarlos.


A todas ustedes, mujeres, a quienes siempre trataré de empoderar, levantar, animar y apoyar, porque quizá ese es mi propósito en este mundo.
Y a mí, porque yo formo parte de ustedes. 



PUENTES.

Después de largos años una solo puede darse cuenta que el trayecto importa,
que el viaje no es en vano,
que vivir se construye solo de todo lo malo
 para que pueda transformarse en bueno. 
Que quizá nada es malo,
 porque la esperanza sigue ahí
cuando el tiempo se ha ido
 y nos ha dejado por delante.
Ahora me doy cuenta
que ingenua no soy y ni siquiera un poco inmadura,
lo es quien no cree que "cosechas lo que siembras"
 es una promesa auténtica e imperecedera todos los días,
porque si lo único que has hecho estos años
 ha sido construir puentes y no barreras,
mi querida(o),
lo único que recibirás en esta vida serán puentes.
 De oportunidades, de éxito, de bendición.
Puentes, no barreras.





RENACER.

Soy todavía muy joven,
pero ahora mismo solo sé que
 encontrarse a uno mismo nos lleva
toda una aventura,
y entiendo que ayer fue lejano,
mañana es pronto
y ahora es para siempre.

Planté un jardín en mi alma hace unos años,
el trabajo, el sudor, el rocío fresco de primavera,
las espinas en mi piel y las tormentas de llanto 
fueron el precio.
Pero al final, siempre fui feliz plantando las flores.
Siempre estuve contenta con lo que había hecho.
Me enorgulleció haber dejado que la inundación se llevara 
todas las plantas venenosas, los espinos y los cardos.
Aunque mis rosas también tenían espinas,
 me eduqué de tal forma que las tratara con amor y paciencia,
porque en ellas se encontraba la fuerza de mi esencia.

Creí que mi jardín se había destruido con el pasar del tiempo 
los días fríos y nublados solo daban señales
 de deshidratación y congelamiento.
Fue en ese momento cuando me di cuenta 
que aunque mi estación favorita es el invierno,
nunca podría vivir sin la primavera.
Ella trae milagros que el frío no puede.

Mi exquisito alcatraz,
por favor No me olvides
Girasoles,
díganme cómo mantener mi cabeza en alto,
píntame con todos tus colores, Camelia mía, 
Jacintos, Tulipanes, Prímulas,
un día estuvieron marchitas, 
Margaritas, Azucenas, Lirios,
ahora bailan
el mejor pas de deux
 con el viento.

Levántense,
Hortencias, Cruces de malta,
 Campanillas, Amapolas,
venga ya,
sacude la tierra en tus raíces,
mi querida princesa de los Ranánculos.
Observa bien,
aquí vienen las reinas por naturaleza,
el león lo es de los animales,
las rosas
de las flores.

En este lienzo salpicado de formas y colores
 no podían faltar mis valiosísimos compañeros espinosos,
Cactus, qué haría yo sin ti,
tu bandera de amistad cae sobre mí
al salvarme de futuras heridas
y proteger mi interior.


DE JARDINES Y EL DESTINO.

Mi abuelita también tiene un jardín, 
es más verde que el mío y más pequeño,
adora caminar entre la tierra en invierno,
 cuando las flores están más secas,
para escarbar y limpiar lo que está muerto
en primavera, para verlas florecer,
en verano, para sentir cómo la lluvia las hace renacer,
en otoño, para probar el néctar de oro
que les escurre de los pétalos.

Su solo ejemplo es lo que me enseña
a amar mi propio jardín.
Lo único que me dice siempre
es que cuide muy bien de ellas,
que les hable,
que tenga cariño
por seres
que provienen de mi propia alma.
Plantarlas junto a ríos de agua viva
 es esencial,
todo volvería a la inexistencia
si no lo hiciera.
Todo subsiste en ello.

Aunque hace poco no quería mostrar
el vestido y la obra de arte que creé
 a otros jardines
 - temo que me admiren demasiado
y luego decidan que 
  tengo que ir y cuidar
 de sus propias flores
 para que crezcan.

No quiero ser la jardinera
de ningún otro jardín que no sea el mío, 
porque ya aprendí esa lección
 y no hay nada que una pueda hacer
 si otro jardinero (a) no quiere hacer florecer
sus propias flores.
Una solo intenta salvar vidas,
no destinos.


TE ENCONTRASTE. A TI. A TI. 
A TI.
Y ahora es cuando me doy cuenta.
Ya lo sabía desde siempre
siempre
pero lo volveré a decir 
para que me entiendas:
Todo tiene una razón sagrada en esta vida.
Los por qués y para qués poco importan
cuando hay un millón de qués y cómos
que nunca
nunca
vemos venir.
Siempre nos toman por sorpresa.

Pronto te das cuenta que la espera 
no es desperdicio de tiempo,
que las lágrimas por la noche
y las oraciones que no se fatigan
no se extraviaron en el aire.
Que las promesas hechas
ya están cumplidas,
que amar es
reflejarse en el espejo de la persona amada
con las marcas, las cicatrices, la piel seca o grasosa,
la mirada cansada, los labios agrietados,
con un rostro imperfectamente perfecto
y que esa persona pueda decir:
"Te has encontrado a ti misma".

Por último,
después de largos años 
una solo puede darse cuenta 
que el trayecto importa,
que el viaje no es en vano,
que vivir se construye solo de todo lo malo
para que pueda transformarse en bueno. 




*Todas las pinturas pertenecen a Stella Im Hultberg.

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